Favor de no disparar al pianista, 1ª parte: los banqueros centrales están bajo fuego

Alastair Winter

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Este es el primero de cuatro artículos relacionados escritos por Alastair Winter. El resto de la serie es:

Favor de no disparar al pianista, 2ª parte: ¿Cómo fallaron los banqueros centrales?

Favor de no disparar al pianista, 3ª parte: los próximos dos años y más allá

Favor de no disparar al pianista, 4ª parte: ¿Qué decir de los bancos centrales?

Alastair Winter escribe, por supuesto, su propia perspectiva, no la de TransEconomics o Genevieve Signoret.

Casi seguramente es irreverente asociar a los banqueros centrales con los pianistas de salón del Salvaje Oeste, pero en varios puntos ¡la analogía tiene sentido!

Durante su gira por los Estados Unidos, aparentemente, Oscar Wilde vio un letrero con precisamente el tipo de mensaje que le divertía. “Favor de no disparar al pianista. Hace lo mejor que puede.”

Cien años más tarde, Elton John se divirtió de manera similar al nombrar a su nuevo álbum “Don’t shoot me, I’m only the piano player”[1], mostrando así una modestia que los banqueros centrales no comparten (tampoco lo comparte Oscar Wilde).

Se piensa que, debido a que los pianistas eran los únicos proveedores de entretenimiento musical en el Oeste, el letrero se refería al riesgo del colapso de tal entretenimiento. Si las palabras fueran balas, muchos banqueros centrales estarían como coladeras. Y esto plantea preguntas sobre qué tipo de colapso seguiría de su caída en desgracia. Por el momento, me enfocaré en el Banco de Inglaterra (BdI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Fed.

Se reporta que el BdI y su Gobernador Andrew “Apocalíptico” Bailey ya son blancos para Liz Truss, quien promete llegar en pie de guerra y ya “disparando” (haciendo despidos) cuando asuma el cargo. Mark Carney, el predecesor de Bailey, famosamente fue descrito como un “novio poco fiable” debido a las señales contradictorias que emitía el BdI acerca de tasas de interés durante su mandato.

Mientras fue presidente del BCE, Mario Draghi disfrutó de un estatus sacrosanto y de poder político mientras mantuvo unida a la zona del euro, dejando a su sucesora, Christine Lagarde, sin par entre los operadores políticos, a enfrentar crecientes críticas tanto internas como externas.

Comprensiblemente debido a su alcance global, la Fed es el blanco preferido de una ráfaga de críticas mordientes y contradictorias —con algunos críticos quejándose de que ha hecho demasiado y demasiado pronto y otros haciendo el cargo opuesto— además de una hoja de cargos retrospectiva que cita varios años de posturas erróneas.

Esta semana amenaza con un crescendo de “fuego de ametralladora” verbal ante la publicación de una avalancha de encuestas de consumidores y empresas e índices de inflación de todo el mundo. Luego seguirá la publicación de la cuenta oficial (no las minutas) de la reunión del BCE de julio (aumento de tasas), culminando el viernes con el discurso del presidente de la Fed, Jerome Powell, en el Simposio de Jackson Hole (asamblea de banqueros centrales).

¿Será casualidad que ninguno de los Sres. Powell, Bailey o la Sra. Lagarde sea economista?

Figura 1

Economías desarrolladas selectas: Índices de precios al consumidor, datos reales vs objetivo de 2% desde 2007

[1] No me dispares, soy simplemente el pianista.

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