El efecto Putin (Fase 1): Geopolítica

Alastair Winter

(You can read the original English version here.)

En la teoría del caos, el “efecto mariposa” describe la situación en que un pequeño cambio local tiene consecuencias impredecibles a gran escala en un sistema complejo no lineal. En cambio, la invasión de Ucrania (que dio lugar al “efecto Putin”) es un sangriento ejercicio militar a gran escala que tendrá efecto en múltiples sistemas complejos. Mucho es todavía imposible de predecir, sobre todo porque parece que Putin no ha sido informado a fondo acerca de la situación militar, diplomática y económica por una nomenklatura temerosa. Ya que al parecer no le molesta el derramamiento de sangre, parece que la guerra continuará por algún tiempo. Una partición territorial podría parecer el resultado más probable, pero los ucranianos no dan señal de estar dispuestos a aceptar tal desenlace. Sin embargo, siete semanas después del avance de los tanques, podemos derivar algunas conclusiones. Llamemos este periodo la Fase 1.

Geopolítica: los imperios no duran, las tiranías mucho menos

El hecho de que ni los imperios ni las tiranías duran ha sido, por decir lo menos, un tema que ha ocupado a historiadores de Tucídides en adelante. Pero ¿en qué ha fallado Putin? La invasión ha recordado a quienes vivimos en democracias liberales el aspecto de la tiranía: brutal y fea, causando muerte y miseria a inocentes, todo ello acompañado de estridente propaganda.

La ubicuidad de teléfonos celulares y cámaras de video permite que el horror se difunda más ampliamente que nunca, incluso dentro de Rusia a través de VPN. El desastre de relaciones públicas resultante se ha transformado rápidamente en una calamidad diplomática, ya que ha estimulado a sus vecinos —de por sí hostiles, siendo China la única excepción importante— a encarar juntos las amenazas contra cualquiera de ellos y a fortalecer sus vínculos con EE. UU. Quizás algunos países más lejanos (por ejemplo, India) estén viendo oportunidades comerciales derivadas de las sanciones a Rusia, pero los grandes exportadores, incluyendo muchas compañías chinas, temen sanciones secundarias. Claramente, debido a inteligencia militar y diplomática inadecuada y a su propio desdén por el Occidente, Putin calculó mal sus movimientos desde el principio.

Lo más mortificante para un líder con la ambición de restaurar las conquistas de Pedro el Grande (Malorossiya = el este de Ucrania a partir del Dniéper) y Catalina la Grande (Novorossiya= el resto de Ucrania) debe ser el tosco fracaso de sus “operaciones especiales”. A pesar de todo su nuevo material y de la reorganización de su estructura de comando, las fuerzas armadas rusas han demostrado ser tan disfuncionales, incompetentes y propensas a perder tropas como siempre, incluso admitiendo que sus adversarios cuentan con disciplina y abastecimiento inesperados. Los analistas militares tendrán mucho más que decir al respecto, pero definitivamente parece que el punto de equilibrio de una guerra convencional se ha movido todavía más en favor de los defensores, particularmente si están tan motivados como los ucranianos, muchos de quienes son descendientes de temibles guerreros cosacos.

Figura 1. Corrupción: el enemigo interno

Fuente: Visual Capitalist via the Daily Shot.

El hecho es que, a pesar de las actitudes y creencias de Putin, el deterioro del Imperio Ruso, que inició cuando no lograron instalar regímenes títeres comunistas en Italia y Francia en los años 70 y 80 del siglo pasado, ha continuado desde la caída de la Unión Soviética. La desastrosa campaña en Afganistán ha resultado ser una medida más certera del deterioro que los ataques aplastantes en Georgia y Crimea o el bombardeo despiadado en Siria. A Rusia no le faltan adversarios externos, pero su verdadero enemigo es interno: la corrupción que va desde el Kremlin hasta las policías y autoridades locales.

Es imposible impulsar una economía nacional y pelear guerras heroicas cuando la mayoría de la población apenas logra ganarse la vida, al tiempo que los criminales prosperan con impunidad y la élite vuela a paraísos soleados y compra en tiendas de diseñador. Las bolsas para cadáveres son la máxima amenaza para cualquier régimen. Cuesta imaginar que el régimen de Putin sobreviva a los malos cálculos, al colapso económico y, sobre todo, al fracaso militar. Puede que las armas nucleares refrenen ataques externos, pero no crean empleos ni llenan estómagos. Putin ha promovido fervientemente una ideología secular y religiosa de lo que significa ser ruso, pero en los siguientes años la gente de Rusia va a tener que decidir si prefiere ser simplemente europea.

Nada de lo anterior es una buena noticia para líderes fantoches o “fuertes”, hayan sido elegidos democráticamente o no, particularmente para los que planean participar en ofensivas militares. El presidente Xi se esfuerza más que muchos otros en restringir la corrupción que surge de un gobierno unipartidista, pero la economía de China está en apuros por el creciente número de decisiones que parecen requerir su aprobación personal. En cambio, la corrupción bajo el Ayatolá Jamenei sigue prosperando. Parece que Bolsonaro enfrentará una derrota electoral en octubre por causa de la corrupción, desigualdad y su propia incompetencia. Erdoğan puede perder la elección del próximo año. Modi, sin embargo, sigue presumiendo su poderío. Con las democracias liberales movilizando su devastador armamento financiero, es justo preguntar si también ellas tienen sus propias ambiciones imperiales. Sería irónico que el Efecto Putin las llevara a seguir dichas ambiciones, pero mucho mejor si establecieran un nuevo paradigma histórico y resistieran la tentación.

Figura 2. La energía es sólo una parte de la historia

Fuente: KKR.

Hay mucho por hacer mientras los rusos, aislados económicamente, resuelven si son una raza separada o simplemente humanos. Los demás debemos poner manos a la obra para enfrentar los temas de cambio climático, desigualdad social y migración.

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